[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


22 octubre 2008

El hombre que amaba deforme.

Cacho amaba a la petisa. La amaba a su manera, torpe y aburrida. La criticaba, la subestimaba, la heria y la ninguneaba. Así la tenía dominada, sometida. Claro que parecia que la odiaba, ella sentía su desprecio y él sentía su amor deforme.
Cuando la petisa se cansó de tanto golpe bajo, lo dejó. Se casó con romántico loco que le regalaba flores cada día y le decía te amo cada cinco minutos.
Cacho quedó herido, sufriendo su defectuoso amor desdichado. Sufrió algo así como cinco meses hasta que conoció a la narigona. A ella la hizo sufrir de entrada, criticándole la nariz, el pelo, la voz, los dibujos y su canto.
Amores deformes como los que Cacho sentía se ven cada día. Seres creidos de su poder de decapitar al amado con sus maltratos y desprecios. Y deformes que soportan los maltratos...bueno, de esos hay también.

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