[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


26 junio 2009

recreo

Se miran y, aunque no emiten palabra, lo dicen todo con los ojos. Y el aire frío de Junio les corta la cara, las manos buscan refugio y sólo encuentran bolsillos sin fondo, costuras deshilachadas. Las bufandas les pesan como yunques al cuello, al tono con el azul de los labios helados y vacíos. No hay adoquín, ni baldosa, que los resista a los dos. Hoy cualquier superficie es frágil. La luz es tenue como de barrio del bajo, el ruido constante interfiere con el débil sonido que cae de la boca de ellos cuando al deambular sin rumbo quieren detenerse. A pensar, tal vez.
Las puertas de las casas bajas, las ventanas de los edificios, los porteros sacando basura, las ratas trazando escapatorias por los cables caídos de un garage-galpón. Todo conspira y convierte a este momento en uno realmente desgarrador.
Son casi las y media de las veintidós. Y ellos quisieran detener el reloj.
Al pasar por la plaza quizás se preguntan cómo habría de ser si por acá un tobogán y por allá una hamaca. Si chupetines y hasta alguien que les diga que no. Entonces, se sientan en un escalón. Y, sin romper el silencio, se rozan las manos. Uñas, yemas, uñas otra vez.
El invierno los achica, a pesar del yunque y el dolor.
Él no sabe cómo. Ella no sabe por qué. Nadie les enseño.
Se paran y nuevamente sin contactarse avanzan hasta la entrada de un viejo caserón. Y en la puerta palmean, con las manos rojas de miedo. Un crujido devela el misterio y una señora gorda con delantal de cocina sonríe.
–Adelante, pasen. –se toca el pelo contenta- subite la pollera, te lo vamos a sacar.Ellos no dicen nada, y con las lágrimas calientes velan por sus catorce años y lo que nadie nunca les explicó.

20 junio 2009

magia-veneno


El nudo de angustia me asfixia, me agarra del cuello el dolor y no me deja respirar. No hay muchos otros caminos. La liberación, propia y ajena, se ubica en un único espacio: el humano momento de la muerte. Me duele querer morirme, sobre todo porque no quiero morir. Yo quiero dejar de sufrir. Quiero dejar de llorar, de pensar en la muerte, en la sangre, en los accidentes, en el olor a podrido que se me queda pegado en los pulmones. Quiero dejar de pensar que lastimo y que a la que más lastimo es a mi. Mi cabeza no para un segundo. Pienso, reviso, pienso. Pero son pensamientos falseados y corruptos producto de una mente enferma. Entonces la razón está perdida y sólo hay ruido y humo en mi cabeza. Y quiero parar de pensar, quiero parar de quemarme con el frío. No se puede. No hay salida. Hay una única puerta, cerrada con  llave.

No sabemos cómo ayudarla. Parece peligroso lo que le pasa. Duerme mucho y aún cuando no esté durmiendo, está tapada hasta el cuello llorando. No sabe ya cómo comunicarse con nosotros, ni con su hija, ni con ella misma. Suponemos que está colaborando para salir, pero está tan en el fondo que probablemente ya no salga. Y está del otro lado de la razón. Está muda y sorda, haciendo gestos muy concretos. Necesitamos creer que esto también va a pasar. Pero ella no tiene fe. Pareciera despedirse con su actitud. Por favor, haga algo.

Claro. Lo que hay que hacer es claro. Entonces me pongo el pantalón del pijama y con una bolsa disimulo lo que llevo al baño. LLevo la botella de jugo. LLevo filos. LLevo pastillas. Muchas. Casi doscientas. Me siento paciente en el piso que el inminente invierno enfría. El impulso, la patada inicial cuesta y genera taquicardia. Si paso el primer montón ya estaré del otro lado. Abro las cajas, junto pastillas de a puñados y trago con esfuerzo empujando con levité de manzana. Hago una gran arcada. Vomitar sería la peor torpeza. Una gran idea me invade en este momento crucial y abro la canilla para llenar la bañera. Vuelvo a sentarme y trago hasta llegar alrededor de los ciento cincuenta y variados psicofármacos. Entonces me siento muy cansada, destrabo los filos de las maquinitas y con la derecha, me tajeo histéricamente la izquierda. Pero la histeria no alcanza porque las benzodiazepinas ya están en la sangre y todo me pesa. Me pesa tanto como la vida. Me pesa tanto que con la mano arañada en mil pedazos me saco el pantalón y me suelto el pelo. Y me sumerjo en el agua tibia, cual bautista. Entonces todo lo que pesaba empieza a flotar, se me escapa de la mente. Me estoy olvidando de cómo me llamo, dónde vivo, qué estoy haciendo...

No, no! Por Dios! Si yo sabía que no estaba bien!! -Despertate!! Hoy viene la nena! Despertate!  Qué le voy a decir??? Por Dios, Jimena, Despertate. No me hagas esto!! Por el amor de lo que sea que en este momento me salve, no quiero enterarme de nada más si esto no es una broma. No reacciona, la estoy golpeando y no reacciona. En una nebulosa me veo a los gritos, en la esquina, las puertas de mi casa abiertas de par en par, el policia me hace gestos que acompañan palabras que no escucho y por eso no voy a recordar jamás. Cuando entré estaba casi ahogada, desmayada o muerta, no lo sé, con la cabeza hundida en el agua que amenazaba con desbordar el baño. Y al sacar el tapón la rejilla no soportó. Entonces el agua llegó hasta el comedor donde el perro aullaba por mis gritos chapoteando en el parquet. Hice varios llamados, no sé a quién. Supongo que se entendió que era una urgencia pues todos finalmente aparecieron. La policia no me dejaba tocarla, no la tocaba, no la devolvían a mi lado y ella, en un desesperado intento, caprichosa se enfriaba. Vino la ambulancia, la sacaron, me llevaron. Lo que siguió me lo han contado.

Entró en paro. Hay que revivirla.
Ahora va a quedar en coma un par de días.



18 junio 2009

casa en venta

Me voy a guardar las palabrass
al ladito de la botella de vinagre
junto al aceite de sésamo
y el carbonatado gas de recargas.
.
Todos tus fraudes y engaños
los dejo junto a la puerta
apilados con la basura
que debería haber sacado hace años
.
Las lagrimas derramadas
las voy a meter al freezer
para cambiarlas por hielos
y acompañar con coca las empanadas
.
Tengo unos cuantos reproches
desparramados en alacenas
los junto al jabón en polvo
el suavizante y los broches
.
Me dejaste la casa renga
no hay servilleta que alcance
para sacarme de la boca
todos los besos que tenga
.
Se me arrugaron las camisas
se descolgaron los cuadros
los libros perdieron hojas
y mi vida las premisas
.
Te dejo amor en el llavero
y cierro para siempre la casa
quisiera olvidar el barrio
y hasta borrar dos enero.

14 junio 2009

Sos angina comiendo praliné.
El agua caliente con el cuerpo ardido después de un primer día de playa.
Los besos sobre los labios secos de frío.
Duele, hace bien tanto como haces mal.

Un amor civililzado.

Si me dan a elegir yo prefiero encontrarte en sueños, con la cara borrosa pero el alma visible. Allí dónde no sabés si me parezco a mi pero confirmás que lo soy por la actitud. Quisiera ser el aroma del recuerdo, al subir o bajar del subte y que me busques con la mirada y no me encuentres. Y me lleves pegado a la nariz.
Quisiera ser sensación tactil, agarrada de tus yemas, acariciada en la imaginación. Quisiera que me busques en las esquinas vacías de Buenos Aires húmeda y fría, sentado en algún predecible escalón.
Si me dan a elegir, elijo perderte ahora y no inmersa en la mediocridad.

08 junio 2009

El esquema de Jakobson que fracasa

No hay caso. Busco la forma de comunicarme con vos y no la encuentro. Somos dueños de miles de palabras contenidas en nuestro idioma, plasmadas en el diccionario. Tenemos habilidad para articularlas, de hecho a eso nos dedicamos. Sin embargo no logramos entendernos. Quizás no logramos expresarnos.
Y esquivamos miradas, y plantamos las caricias en el aire frío del otoño esperando refugiarnos en dimes y diretes que no nos conducen sino al descampado del sin razón. Y tenemos problemas. Dios que los tenemos. Ni puta idea cómo resolverlos. Estamos intentando errantes, urgentes, racionales. 
Será momento de abandonarnos al animal sentimiento que se esconde bajo la piel y corre por la sangre. 
Será cuestión de sentir, intentar, insistir? O abandonar, resignar, dirimir?

06 junio 2009

La mala fama

Ah! Jala... amasa, aplasta.
Abarca y avanza. Avanza hasta La Plata, casa tras casa, palmada cansada, pasa.
Mas calas, malvas, albahaca, azafrán, farfaras, acaparan las cansadas almas y apartan las malas ganas.
Y las frazadas alargadas, hasta las camas aman. 
Amargadas las maracas, paran la gala al alba.
Azar, amaga. Acaparar canas ganadas. 
Amar? Acaba, la baba blanca llama. 
Mamas blandas, cachas pasapadas, panza acalambrada, ja! cagada tras cagada. 
Aparta, saca, lava. Atascada, apaga la lampara.
Hasta mañana.