[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


17 agosto 2014

China

Déjese, mujer.
Déjese mirar durante horas; esos minutos interminables entre parpadeo y parpadeo. Déjese ver con sus sonrisas tensas y las manos temblorosas. Déjese un buen rato, bella. Déjese ver como una dama, terca y distante, como una verdadera lejanía inalcanzable.
Déjese pensar desnuda, mientras vestida lo único que sobre sea su ropa. Déjese imaginar más dócil y entregada; más suave, más convencida de dejarse llevar. Déjese llevar, señora. Señorita. Déjese llamar por su nombre, no se me esconda en cosas raras. Déjese.
Déjese acorralar en el debate sobre arte; entre copa y copa, déjese servir un otro trago. Déjese mirar a los ojos, a la boca, a los dolores hacia adentro.
Déjese y lento un índice que le señale las pestañas bajará sobre sus pómulos callándole los miedos.
Déjese acariciar la frente con mis labios que por la piel vendrán subiéndole mis manos, dejándose de lado las excusas que tenía preparadas para hoy. Déjese que yo la llevo, la recorro, la pierdo un rato en la ciudad del desenfreno.
Déjese y yo, mañana o cuando quiera -cuando realmente lo desee-, la acompaño nuevamente a sus murallas, a sus fingidas sobriedades de decencia, a su inexplicablemente adormecida manera de gozar.

13 agosto 2014

instante

Retacitos de piel; lunares, pecas, cicatrices. Caricias sobre retazos llenos de marcas, heridas.
Y boca. Y pelo. Y piel. Más manos que personas, más heridas que lunares. Más muros que dolores.
Más. Cuanto más me das, más me pierdo.
Remolino y manos; remolino de manos y canciones de fondo. Y allá atrás, otra vez, una historia de amor tan rota como improbable.

Y boca, pelo, piel, manos. Las heridas no sé dónde quedaron.
De la noche, lo que más me gusta es el amanecer.


11 agosto 2014

hoy

Levanto persianas. Abro ventanas.
Me asomo al pasillo a ver qué carta no me habrás escrito, qué palabras habrás dejado para mañana otra vez.
Prendo el fuego y preparo el desayuno. Pongo "All of me", bailo y gesticulo... por qué no te llevás el resto? Lo que dejaste de mi, ciertas veces, parece tan reseco que ardería con cualquier chispa. Y, sin embargo, hace rato que nada me conmueve, que ninguna es la adecuada.
Tomo unos mates, escribo en mi cuaderno. Escribo para el blog. Escribo unos mensajes. Escribo un mail. Todas las veces, escribo como si escribiese para vos. Pero, vos, no me leíste jamás. Qué sentido tendría pensar que lo harás hoy?
Me baño, canto una canción de amor y se me caen las lágrimas mientras me enjuago el shampoo.
Cierro canillas. Abro placares. Me visto. Me desvisto. Quién te ha visto? Me decido, me vuelvo a vestir y me voy. Y, mientras cierro con llave, pienso en qué otra esquina podría cruzarte que no sea en la nostalgia y melancolía.

01 agosto 2014

Cíclo

De vez en cuando, porque soy así o porque dejo las pastillas, me vienen ganas de abandonar todo y comprarme un pasaje al Norte. De irme a la mierda, de dejar a la nena y a Sandro, pegarles un post-it que diga "les dejé pollo en el horno" pero no dejar un carajo porque pierdo el micro. E irme al Sur. O a cualquier parte donde poder cambiarme el nombre y tener 5 años menos, o 5 más, y hacer de cuenta como que nada de lo que me hace ser yo me ha pasado. Entonces, ser otra.
Esas ganas, que por momentos reprimo o repudio, son cíclicas. Ciclo lento, menos mal. Pero, cuando me vienen, siempre arrasan con algo.
Nunca me compré un pasaje a cualquier lado, jamás me fui ni dos días impulsada por este espíritu que me tienta a desaparecer Ni cerca. Pero, bueno, he dejado cosas atrás. He cambiado de casa, de estado civil, de trabajo. He derretido tarjetas de crédito, he querido morirme y también resucitar... mutar, transformarme, crecer, transgredir.
He sido todo lo distinta que quise hasta necesitar volver a ser corriente, "normal".