Levanto persianas. Abro ventanas.
Me asomo al pasillo a ver qué carta no me habrás escrito, qué palabras habrás dejado para mañana otra vez.
Me asomo al pasillo a ver qué carta no me habrás escrito, qué palabras habrás dejado para mañana otra vez.
Prendo el fuego y preparo el desayuno. Pongo "All of me", bailo y gesticulo... por qué no te llevás el resto? Lo que dejaste de mi, ciertas veces, parece tan reseco que ardería con cualquier chispa. Y, sin embargo, hace rato que nada me conmueve, que ninguna es la adecuada.
Tomo unos mates, escribo en mi cuaderno. Escribo para el blog. Escribo unos mensajes. Escribo un mail. Todas las veces, escribo como si escribiese para vos. Pero, vos, no me leíste jamás. Qué sentido tendría pensar que lo harás hoy?
Me baño, canto una canción de amor y se me caen las lágrimas mientras me enjuago el shampoo.
Cierro canillas. Abro placares. Me visto. Me desvisto. Quién te ha visto? Me decido, me vuelvo a vestir y me voy. Y, mientras cierro con llave, pienso en qué otra esquina podría cruzarte que no sea en la nostalgia y melancolía.
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