[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


07 abril 2011

Sobre mi derecho a hablar

Siempre que creo que perdí la inspiración, busco tu nombre en google y entro a todo lo que se parezca a vos.
Mientras haya sitios que te nombren, seas vos o cualquiera de tus homónimos, habrá en mi mente un disparo (un libro, una palabra, una guerrilla...) que me lleve a tus muslos. A tus caderas, a tu cintura desnuda, a tu piel fría y blanca como mármol.
Así es que, habiendo perdido una y mil veces las ganas, gasto papel... y te doy una canción.

2 comentarios:

Adriana Fernandez dijo...

Eso se llama masoquismo. Creo que ya te lo había dicho, no?

klingsor dijo...

Típico de hombres como yo, que se quedan siempre con más culpas que ganas.