Tenés en los ojos marrones y grises, cálida paleta otoñal, de hojas secas y nubes. Tenés el recuerdo, de años y años, grabado en el paladar con su sabor a humedad y tristeza.
Existen, entre tus miedos, razones certeras que ponen alerta tus cinco sentidos.
Llegan los días de tardes de noche; las mañanas que lentamente reclaman más cama, más sueños, más tiempo. Vuelven frazadas de lanas pesadas, de colores gastados y olores pasados.
Tenés ganas, como cada marzo, de llegarle al alma... de llevarle calma. Tenés paciencia y desesperación de sobra, porque todo llega y porque todo acaba. Porque lo inevitable es eso, ni más ni menos que el destino. Porque la realidad demuestra que el pensamiento atrapa, atrae.
Llegan abrazos, llega la lluvia, llega el zapallo... otoñal llega, además, la inspiración.
1 comentario:
A mi me gusta noviembre, pero cada año, cuando leo tu marzo, siento una cosquillita en la panza muy parecida a la que se siente las primeras veces que le das la mano al amor de tu vida. Hermoso.
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