Me lastimás, sabés?
Me herís a diario…
Siento cómo me sangra en pecho, la tibieza de mi propio ser escurriéndose por allí donde hace un rato me acuchillaste con frases filosas e indiferentes miradas de reojo.
Vos me herís y yo escucho de fondo una canción de amor.
El dolor que me causas tiene, aunque vos no lo entiendas aún, un lazo estrecho con el amor que me supiste dar. No me dolería lo que me duele si no fuese que, años atrás, vos hiciste cicatrices de malos recuerdos y ladrillos para un hogar con retazos de lo que quedaba en mi cabeza.
Vos, que pensás seguido en defenderte; vos, que creés que yo pueda acaso dejar de sentir dolor y relacionarlo con amarte; vos, que no vas a arrepentirte nunca de no querer aprender. Vos, me raspás. Y, a mi, me queda en carne viva el alma.
Es que mi sangre también es tuya ahora. Por eso siento, cuando me herís, que se desangran tus ideas y proyectos. Y, cuando tus sueños se desangran, laten más fuertes mis dolores.
Me estás matando, amor. Quizás hasta lo hayas logrado ya.
Y, yo, de fondo, escucho una hermosa canción de amor.