Lloro. Por aquellas lágrimas que retuve cuando el miedo me mordía las entrañas. Por esos gritos que no pude ensordecer, que no podría olvidar. Esos que me marcaron el alma.
Lloro porque hace frío y me duele salir de la cama a las 5 de la mañana. Duele la ducha, duele el frío cortándome la cara. Por eso, lloro y lloran conmigo las almohadas.
Lloro con tristeza por las peleas de madrugada. Lloro porque tenés una boca perfecta y aún está tan lejana! Lloro por tus cabellos, por tu perfume, intentando evocar sensaciones, desconsolada.
Corren lágrimas, rimel, dibujándome la cara. Y lloro, frente al espejo, egocéntrica y estrellada.
Lloro porque creía que estaba seca, porque extrañaba llorar y que no sea por nada. Lloraría toda la noche y más, adormecida. Develada.
Soy así, lloro buscando morir deshidratada. Nunca menosprecies mi llanto. Si ya no te lloro, no te obsequio ni una de mis lágrimas, será que entre nosotros ya no quede nada. Así, en privado y meses más tarde, lloraré por la pena que me causaras.