Lucía sabía preparar panqueques, hacía tortasfritas, y scones. Lucía hacía la cama prolija, con las almohadas gorditas, le ponía perfume de vainilla a las toallas y de fresias a las cortinas.
Lucía cantaba en un perfecto inglés Bohemian Rapsody, y en un lindo italiano La Solitudine.
Lucía bailaba árabe, escuchaba tangos y bebía cerveza del chopp. Lucía comía asados, preparaba empanadas y lloraba angustiada algunas noches tomando licor.
Lucía era buena madre, hacía trenzas y dibujaba caracoles, mariposas y gatos. Lucía hacía la leche con Nesquik y también un buen café.
Lucía amaba la granola, los aritos de avena y los frutloops. Lucía comía pan con mermelada a la madrugada.
Lucía era buena amante, era fogosa y deshinibida. Lucía desnuda era perfecta, y vestida hermosa.
Lucía tenía rulos, ojos almendra y muchos dientes de un impecable blanco.
Lucía era lo mejor que yo había conseguido. A Lucía le dedicaba mis mejores canciones y mis días. Lucía lloraba angustiada tomando licor... abría la ventana y saltaba al vacío.
Lucía se moría sin pedir permiso. Y se llevaba todo mi amor.
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