Tanto lo amaba que cada noche rezaba a un Dios en el que no creía demasiado esperando que el la eligiera. Tenía rituales que cumplía religiosamente, tenía cábalas y sabía qué cosas no tenía que hacer para no perderlo.
Se alejaba por momentos para observar su amor pero nunca lograba olvidarlo, lo amaba como nunca había amado y con él quería ser feliz y al fin perecer.
Una tarde, cuando había digerido la idea de que él la dejaría, él le dijo que la elegía. Ella se puso contenta, después se sintió rara y más tarde se asustó.
Dió vueltas en la cama y la mañana siguiente le escupió algo que ni siquiera tenía bien pensado: al lado mio no vas a ser feliz. Patrañas! Estaba asustada, sólo eso.
Pues lo asustó a él.
Ahora reza a ese mismo Dios. Sueña con volver el tiempo atrás y despertarse esa mañana para correr a decirle que lo ama y con él QUIERE SER FELIZ.
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