Voy a pedirte que no vuelvas, como cada otoño, a despeinarme las ideas, a ensordecerme el alma, a enfriar mi cama.
Voy a pedirte que no me ames, voy a pedirselo también al Cielo. Que no me poseas, me retengas, me apabulles, me desarmes y consumas.
Voy a pedirte que decidas, y de una buena vez por todas me elijas, me animes, me señales, me apremies y abraces o, caso contrario,
te retires, te alejes, te desaparezcas, desentiendas, te escurras y hagas humo.
Entonces si te desapareces, te escurres y haces humo, voy a pedirle al Otoño que no vuelvas a enfriar mi cama, que no me ames, ni me abraces.
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