Es así nomás! Te morís, insolente, sin pedir permiso y sin previo aviso. Un día cualquiera y de casualidad, llega la noticia, que desparrama el viento como a las hojas secas del otoño que ayer llegó.
Y la muerte me deja un paquete de pendientes a los pies de la cama, y todo lo que no hemos hecho se vuelve adoquín colgado del cuello.
Enfermedad o accidente, se te enfrío el torrente y a mi me queda llorar, hacer de cuenta que te fuiste de viaje y avanzar. Aunque me duela todo lo que significa un kiosco cerrado, dos años después.
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