[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


24 mayo 2009

La cima de la Gloria

Es que Gloria solamente llega al orgasmo cuando se toca. Y únicamente si se toca y se mira con un espejito.
Entonces Gloria se calienta cuando en medio de la noche sabe que le miran las tetas hechas y tienen ganas de cogérsela por todos lados. Es por eso que deja que la convenzan, que la seduzcan, que se la lleven a un lugar más tranquilo, que se pongan cómodos y hasta chupa y se deja chupar.
Sí que se calienta, y sí que le gusta garchar. Sobre todo cuando le piden que se ponga en cuatro y le tiran de las mechas renegridas de tintura y quemadas por la insistente planchita.
Pero no acaba, no acaba nunca. En realidad lo que no acaba es la tortura, porque como no le viene tiene que mentir. Cuando le parece que pasó un rato aceptable y que ya no tiene más ganas de moverse empieza a gritar, primero despacito y después cómo una loba. Y se sacude espasmódicamente hasta llegar al falso orgasmo que, por lo general, y debido a la actuación impecable de Gloria hace explotar en leche al compañero.
Gloria se baña rapidito, acomoda las tetas adentro de la camiseta, el culo en la tanga y la tanga en el jean y se sube al taco de cada pie para rajarse. Vuelve escapándose.
Y cuando llega a su casa se tira en un sillón y se acuerda. Libera una teta que se pellizca morbosa, se acaricia la panza, el cavado profundo y hasta la tira de cola. Se acuerda y se calienta. Y se toca mirándose en un espejito. Llega, acaba llorando.