[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


27 mayo 2009

Matar al Minotauro

Hay que matarlo, sacarlo de su guarida mental y apuñalarlo ciento doce veces como ese loco que reventó a la novia por infiel. Hay que correrlo a tiros desde el lugar en tu alma donde radica hasta la frontera de la razón y que el raciocinio lo apedree. En el laberinto de sus mentiras, a ese monstruo hay que cortarle el cuello y dejarle la piel sonriendo con la sangre roja abierta de par en par.

Hay que taparle las ganas de seguir fagocitándose la voluntad ajena. Hay que explicarle a latigazos que lo que hace no está bien. Hay que torturarlo para que aprenda. Hay que reventarlo, que aplastarlo, que dejarlo morir lentamente, que sufra. Que se pudra en el infierno. Que no lo vamos a volver a ver.

Y visitar su tumba con un ramito de jazmines en octubre. Y llorar un poquito por el amor que supo ser.

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