Buenas tardes, Cecilia. No te mueras de calor cuando salgas a la calle. Mirá bien a ambos lados al cruzar. Buenas tardes, Ceci. No te vayas a olvidar de mí bajando por el ascensor y las puertas de la planta baja te liberen del recuerdo. No sea que al cruzar la calle y mirar a aquél estúpido que te encierre con el auto encuentres otro amor. No vengas un lunes con que tu fin de semana fue genial y que en algún barcito conociste a un hombre con todas las letras.
Cecilia, no hagas un drama de cada minuto de más. Si cuando hacemos horas extras igual nos comunicamos. Si de todos modos algo estamos compartiendo.
Buenas tardes, hasta mañana princesa. Mientras te desvanecés a través del fumé del vidrio de la puerta pienso: qué sería de nosotros, alejados en rutinas de trabajos aburridos. Sin la constancia y el tiempo de una relación como la nuestra, del día a día.
Buenas tardes, hermosa. Que jamás nadie te descubra angustiada y herida e intente tocarte el pecho. Ojalá no se vean nunca las heridas que te dejé, las que te dejo. Ojalá no me culpen mucho. Porque me siento terrible, mi amor.
Buenas tardes, que pases un feliz cumpleaños rodeada de todos aquellos que te aman. Y pensá que yo voy a estar pensando en vos. Nunca te saques del cuello mi cruz. Te la regalo pues es lo más cerca que puedo mantenerme de tu corazón.
Buenas tardes, Cecilia. Sos una excelente compañera. Sos responsable y aplicada. Sos colaboradora y expeditiva. Que tengas una excelente noche y final de la jornada.
Oh, no, no. Buenas tardes, Cé. Gracias por esperarme pero, no, yo voy para el otro lado. Tengo compromisos impostergables. Ineludibles. Sí; y buenas tardes. Me voy yendo porque estoy ocupado. Por favor, no hagas escándalo, corazón. No hace falta que te humilles, Cecilia. Si esto vos ya lo sabías…