[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


11 mayo 2010

Mientras los sueños se desangran...

Acá todo sigue igual, flaca. Acá todo duele, duele mal. Hay cosas que nunca nos enseñaron a manejar. Hay cosas que los viejos no te dicen que te van a pasar, hay cosas que la tele se calla; cosas que la vida ni siquiera te sopla al oído. Te caen como un baldazo. Se te enfrían en la piel. Te granizan los dientes. Acá no hay más amigos, acá ya no hay país. No hay ni guerra, ni paz. Pobre Tolstoi. Arrancaron hojas a lo bobo. Ya no hay libros. No tenemos más sueños, ni somos más dueños. De nada, flaquita. Te acordás que allá, en el laburo, creíamos que eramos esclavos? Olvidate, esto es tanto peor. Esclavos somos esto. Esto es ser esclavos, flaca. Los malos aplastan a los buenos. A los Buenos Aires. Y caminan muertos vivos entre las calles del microcentro. Otros, aún más desafortunados, gimen mudos. Sordos. No hay ni punto de referencia. Esto en la escuela no se enseña. Esto no es educar. Esto es la muerte. Flaca. Menos mal que todavía suspiro. Por vos. Flaca, mientras los sueños sangran te amo.
El amor es más fuerte. Más, que la muerte.

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