Con mi hastío la estoy matando, lo sé.
Será agravado por el vínculo cuando la encuentren sin ganas de más nada y el corazón, al medio, abierto. O en defensa propia, si decide ir a dónde ya no pueda seguirla y olvidar que alguna vez me quiso.
La asfixio. Cuando no me voy a ningún lado y tampoco me quedo con ella. No estoy ni en sus manos o sus ojos, no estoy en sus caderas, arriba o abajo de su piel. No me quedo a respirarla y beberla. No me voy, estoy acá, y nada ni nadie me alcanzan. Ella respira cada vez más agitada, camina lento o rápido, llora y a veces se desnuda. No me alcanza y ella se asfixia.
Es que está tan linda cuando envejece de tristeza por el amor que siente no le corresponde. Cree que no le correspondo, siente eso y yo se lo dejo sentir porque me encantan sus arrugas de dolor. Me padece y la amo más.
Entonces me quedó acá sentado, en mi sillón de la distancia, viendo como no me alcanza, sufre; se asfixia.
Entonces me quedó acá sentado, en mi sillón de la distancia, viendo como no me alcanza, sufre; se asfixia.
1 comentario:
Y cuando la mates, habrás muerto.
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