[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


25 enero 2014

Amores hamster

Tú puño, palabra mal dicha y filosa, golpea contra mi cabeza. Puño, puñal anaranjándose de óxido, sale de entre tus labios y se clava en mis ojos arrancando lágrimas de bronca.
De tu puño, cerrado por el odio, gotean las últimas cosas no escritas, las no dichas, las nunca antes sucedidas. En mis manos, transpiradas por la angustia, se pegotean recuerdos de la infancia, se patean en el piso sueños-pesadillas. Tus dientes, apretados y rabiosos, tus ojos inyectados en veneno. Mis ojos, esquivos de verdades incoherentes, imprecisas, inconstantes.

Tus razones buscando herir la mía.

Respiraciones. Hacer el amor odiándose en cada orgasmo. Nuestra misma cama, diez años después.

Puño de amenazas, palma de insultos. Hombres y mujeres que aprenden a quererse a los bifes; miedos de otros. Tu puño, cerrado, acariciándome en sueños en el medio de la cara.  Sangre espesándonos el caldo.

Manos llenas de palabras rotas. Gestos que dicen otras cosas; pasiones que se salen del camino y ruedan cuesta abajo. Una ambulancia te atropella antes de estacionar.

El amor y el odio, la misma cosa... como diría Cecilia.

1 comentario:

Adriana Fernandez dijo...

Amor y odio no es la misma cosa. Pero viven tan cerca uno del otro que de un paso estás en la puerta vecina sin haberte dado cuenta.