[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


07 abril 2015

Portal

Hay un mundo, una realidad, en la que soy comprensiva y desapegada. No con un desapego lleno de indiferencia, esos desapegos egoístas que sólo lastiman al otro, sino ese desapego suave del que te quiere así como sos y tal cual donde estás parado ahora. En esa realidad, soy feliz, estoy contenta con tus cosas y me siento afortunada al poder acariciarlas -entre ellas a tu piel, que de tus cosas es la más suave de todas-; soy feliz porque la vida nos ha brindado oportunidad de conocernos y no sufro de ninguna forma la distancia sino que aprendo de ella nuevas maneras de acariciarte.
En ese mundo, en donde yo soy indudablemente mejor persona y más -mucho más- coherente con lo que expreso ser y lo que soy, te dejo ir sin pensar en cuándo vendrás nuevamente hasta lo mío a sentirte parte de esto y a resoplar entre mis días con un poquito de tu aliento. No pienso en si en la lejanía otros pelos pelirrojos podrían enredarse entre tus dedos, o si otras caras u otros besos. No pienso, en ese mundo, nada de todo lo que pensar causa tristeza, entonces soy sólo feliz y únicamente agradecida.

Ese mundo me es mayormente inalcanzable. Hoy me acerqué un poco y, de un gomerazo de extrañarte, me caí chocando contra mi más posesivo sentimiento de querer saber cuánto falta para poder dar mi boca contra tu espalda y oler tu baba. Y sentir tu piel que, cuando la leo con las palmas de mis manos, es casi mía y dice cosas que nadie más que yo entiende.

Bueno, mañana cuando esté descansada y ya haya desayunado voy a volver a salir a intentar dar con ese portal al otro mundo que, sospecho, pueda estar oculto contra la mesada de la cocina de mi casa.