Puede estar despejado
de un turquesa que duele ver
y fresco, increíblemente helado,
cortándome la cara.
Puede que sí.
Quizás.
Lo que seguro está es ausente. Vacío. Insignificante. Mediocre. Corto. Desperdiciado. Creíble, visible, tangible. Nada sorprendente.
Está corriente, común. Aburrido.
Ojalá le sangre un ojo a Dios y llueva sangre esta tarde. O se descuelguen nubes y caigan como carteles sobre la cabeza de la gente apurada volviendo del trabajo a casa. O una bandada de murciélagos pase volando antes del anochecer.
O te cruce en el supermercado.
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