Gesté una pequeña tormenta
concebida
una noche cualquiera;
ni siquiera recuerdo bien cuándo,
ni dónde o por qué.
concebida
una noche cualquiera;
ni siquiera recuerdo bien cuándo,
ni dónde o por qué.
La cuidé con esmero,
paciencia,
hice lo necesario:
dormí mal, casi no me alimenté;
perdí la razón y la fe.
paciencia,
hice lo necesario:
dormí mal, casi no me alimenté;
perdí la razón y la fe.
Tantas noches
me agarré con dolor la cabeza,
palpé los nudos (fantasmas),
sentí miedo y angustia.
También me agité.
me agarré con dolor la cabeza,
palpé los nudos (fantasmas),
sentí miedo y angustia.
También me agité.
Yo gesté una tormenta mental
que creció
como crecen las cosas valiosas
si les tienen paciencia,
y alguien les da de comer.
que creció
como crecen las cosas valiosas
si les tienen paciencia,
y alguien les da de comer.
Asumí las molestias,
los cambios;
me creí incapaz de poder
darle vida, entenderla.
Temí no querer aprender.
los cambios;
me creí incapaz de poder
darle vida, entenderla.
Temí no querer aprender.
Sospeché que llegaba
el momento;
el instinto es más fuerte, pensé.
Busqué un refugio lejano,
me contraje, jadeé.
el momento;
el instinto es más fuerte, pensé.
Busqué un refugio lejano,
me contraje, jadeé.
La parí entre gritos y llanto;
la miré y abracé.
Amé a esa tormenta
neonata
que durante cien días gesté.
la miré y abracé.
Amé a esa tormenta
neonata
que durante cien días gesté.
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