Una mano sobre el hombro. Crece un mundo y la rodea, la abraza. Fuerte. Con fuerza disipa los temores que trae la noche. Sumergiéndose en su cuello cede y entrega el dolor a cambio de caricias. Ella llora y él la entiende. Contenida. Comprensivo. Lógicamente se aman. Apasionados.
Una mano en la cintura y duerme el mundo. Ella se duerme, él la sostiene de la mano para que no se pierda en pesadillas. La cuida. Luego vuelve a abrazarla y la acompaña en el viaje onírico. Por la mañana la regresa hasta la cama, la despierta.
La lleva cada día desde la sombra hasta la cima más luminosa de su alma. Ella agradece internamente y le devuelve una sonrisa abierta de par en par.
Una mano sobre la panza. Ya no le duele más nada. Y viajan juntos e inventan historias y cuentan cuentos y levantan polvo al caminar. Una mano sobre la otra, como dos viejos. Ya es futuro y estan sentados frente al mar... y allá lejos queda la angustia y el sufrimiento.
No habrán sido parche, son complemento, condimento.
Un atardecer se la lleva el viento, la deja sin aliento, él desespera tres segundos y comprende, el tiempo es tiempo, anda corriendo y ha tropezado sobre su corazón. Entonces como antaño, se acuesta a su lado, toma su mano, se hunde en su cuello, le devuelve lágrimas pasadas, le grita que la ama, así viejita y arrugada. Cierra los ojos mas no sueña, se guarda el aire y corre tras ella.
La encuentra sentada en un banco de una plaza, hermosa y jóven como quién sabe cuántos años atrás. Se sienta a su lado y le pregunta: aún me recuerdas? Soy aquél a quién siempre le has confiado la noche para poder descansar.
Ella sonrie, se acomoda sensualmente la cabellera rejuvenecida y sus dientes brillan con el resplandor: lo sé, vine buscando un cómodo asiento para compartirte mi eternidad.
(y una mano sobre otra, siempre que los sueño, los veo conversar)
1 comentario:
Es que vio eso que dicen por ahí, que tanto el amor como los sueños están fuera del tiempo y son eternos mientras duran.
Realmente hermoso su relato.
Saludos
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