Te muerdo, te mastico, saboreo. Te deseo y fagocito lentamente. En mi boca te deshaces, te trago y enseguida entras en mi torrente sanguíneo.
Eres alimento de mis células, de la yema de mis dedos hasta de mi corazón.
Tu jugosa carne para mi animal instinto es un manjar. Con los dientes te poseo, con la lengua te recorro, mi saliva te derrite y te empiezo a digerir.
Eres un plato delicioso, suculento, y yo estoy hambrienta de tu ser. Entonces te proceso, te cocino, te preparo. Te sazono, te aderezo, te dispongo.
Estás listo. Te observo y comienzo a deglutir.
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