[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


21 marzo 2008

Cuatro estaciones

Una tarde llegó un Otoño, con vientos huracanados del sudeste girando al sur. Con pocas hojas caidas pero mucha angustia en el pecho. Como era costumbre en esta época del año.
Nadie entendía el porque del favoritismo, la insistente pasión otoñal.
Ese fenómeno inexplicable definitivamente traia nudos en la panza, lágrimas sin excusas, nostálgias, soledades insoportables.
Eran los días acortándose para hacerse finitos, donde no cabía el amor pero sí la desesperación.
Cuestión: llegó el Otoño ansioso. Ansiedad como cada año y Esha, deshaciendose por dentro, muerta de miedo sentía teñirse de gris.
Mientras se empezaba a ahogar en llanto, miró por la ventana buscando consuelo en hojas secas y marrones (color cálido, por cierto) y pidió: seas quién seas, esperes lo que esperes...sacame de acá.
PUM
...y el Otoño llegó.

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