Quiero desdibujarte, hacerte borroso, nublarte, hastar perder las líneas. Quisiera que, al pensarte, el pensamiento te busque y no sepa dónde encontrarte; que la búsqueda sea torpe.
Quiero desaparecerte. Hacerte, en mi cabeza, un N.N.; quiero que al torturarte, dejes de nombrarme. Quiero que, al soñarte, dejes de sonreir burlón. Odio cuando, en los sueños, me guiñas.
Quiero poder enterrarte, quiero dejar de llorarte; que mis lágrimas de sangre dejen de oxidarse, metálicas; que mi cuerpo no las sorbe. Por favor, dejame asesinarte, que tu presencia entre mis cosas es fantasmal, de color dudoso; y uno tras otro, vuelves en fila.
Deberías dejarme libre, quizás debas dejarme; deberías traerme una rosa a la tumba, quizás sea yo la que deba asesinarse, librarse, abandonarte, oxidarse... quizás sea yo la desdibujada, torpe; la que pierde a menudo las líneas.