con los ojos llenos de arena
la sal me cicatriza
y me escuece las heridas
a la par me agiganto
y desaparezco
sobre un charco de saliva
dejo la marca húmeda
de mi cuerpo
y calor de mi partida
hasta allí llegué arrastrando
suplicando fuego
más no sea una caricia
y del camino
me aprendo de memoria
una a una las caídas
las rodillas
ensangrentadas, mugrientas
infestas, podridas
entonces me elevo
y el dolor
se hace canto en la subida
el recuerdo
es más suave en el viento
de la despedida
1 comentario:
Mire que coincidencia, mire que dolor. Mire que bonito, lo suyo, claro.
Saludos
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