A veces hago esto: le pongo tu nombre a las cosas. Así mi gato, la mesa, mi computadora o la heladera se llaman como vos. Yo los llamo como a vos.
Entonces, converso. Les pregunto "qué tal va todo?" o "qué estás leyendo estos días?".
Es mi manera de combatir tanta ausencia; mi desesperado intento por no extrañarte.
Luego les consulto "cuándo venís? Cuándo nos vemos?".
Malditos, nunca me responden.
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