Se revuelve en el asiento. Mira el reloj. Es la hora.
Con desgano se para y camina hasta el perchero donde se abrazan los tapados de tres chicas además del suyo. Cuando logra descolgarlo puede sentir el aroma a mujer que brota fusionándose con el perfume de su colonia y cigarrillos negros.
Se pone el saco, hunde las manos en los bolsillos llegando al fondo donde el frío lo carcome y las retira violentamente.
Se despide y se dirige a la puerta. Se arrepiente dos segundos pero vuelve a mirar hacia afuera y sale.
Camina hasta la esquina, entra al café y se sienta. Pide un cortado en jarrito.
Se toma el café de un sorbo y mira el vasito con soda. El vaso lo desafia.
Vuelve a meter la mano en los bolsillos y esta vez enfrenta al frio pastillero.
Se siente tan bien que empieza a sentirse mal. Mira el frasquito abierto y los comprimidos de colores. Otra vez mira el vaso. -Quiero re truco!- piensa y se rie.
Abre la boca y con dos dedos apoya el comprimido chiquito bajo la lengua.
Espera cinco minutos clavados por reloj, paga y se va.
Camina dos cuadras hasta su casa. Abre la puerta, todo en orden. Cierra con llave.
Se sienta en la mesa de la cocina, abre todas las cajas que allí se encuentran. Se sirve un gran vaso de soda.
Se toma 157 comprimidos más dos botellitas.
Mete las manos en los bolsillos. Toca las llaves. El frio es su amigo.
Con desgano se para y camina hasta el perchero donde se abrazan los tapados de tres chicas además del suyo. Cuando logra descolgarlo puede sentir el aroma a mujer que brota fusionándose con el perfume de su colonia y cigarrillos negros.
Se pone el saco, hunde las manos en los bolsillos llegando al fondo donde el frío lo carcome y las retira violentamente.
Se despide y se dirige a la puerta. Se arrepiente dos segundos pero vuelve a mirar hacia afuera y sale.
Camina hasta la esquina, entra al café y se sienta. Pide un cortado en jarrito.
Se toma el café de un sorbo y mira el vasito con soda. El vaso lo desafia.
Vuelve a meter la mano en los bolsillos y esta vez enfrenta al frio pastillero.
Se siente tan bien que empieza a sentirse mal. Mira el frasquito abierto y los comprimidos de colores. Otra vez mira el vaso. -Quiero re truco!- piensa y se rie.
Abre la boca y con dos dedos apoya el comprimido chiquito bajo la lengua.
Espera cinco minutos clavados por reloj, paga y se va.
Camina dos cuadras hasta su casa. Abre la puerta, todo en orden. Cierra con llave.
Se sienta en la mesa de la cocina, abre todas las cajas que allí se encuentran. Se sirve un gran vaso de soda.
Se toma 157 comprimidos más dos botellitas.
Mete las manos en los bolsillos. Toca las llaves. El frio es su amigo.