[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


24 mayo 2017


Soñé con vos.
Te habías arrancado los dedos de una mano. Los tenías destrozados, como mordidos, ensangrentados. Quizás de intentar no llamarme, no responderme los mensajes. Yo te miraba a los ojos, vos me mirabas pero no lograbas verme. Estabas hermoso aunque si me esfuerzo no recuerdo tu cara con detalles. Pero eras vos con tu musculosa roja y estabas lindo.Traté de hacerte entender que era yo, y de que vieras cómo estoy de rota pero no me veías y seguías caminando. Te sostenía del brazo mientras cada uno avanzaba en sentidos contrarios, empujados por una multitud. Parecía un pasillo y aunque podía ser un shopping creo que era un recital. Estábamos con gente. Vos tenías cara de estar peor que nunca. Tenías aspecto de mejor de todo pero peor del alma. Cuando la gente nos llevaba al punto en el que tenía que soltarte el brazo, te retuve con los dientes. No sé si era un impulso animal de no querer soltar tu carne, mi presa, o porque tenía que agarrarme de las muletas.
Alguien me decía: o sea que ahora tiene la excusa de la mano destrozada para no volver, para no poder pensar en vos. Lloré pero ya no distingo si en el sueño o en la vida real. Igual lloré por vos antes de dormir así que es lo mismo.

23 mayo 2017

De pronto me derrumbo.
No hay grietas que soporten este paso de los años descuidado.
Si ya no quedan rastros de los pisos, ni mucho menos de los muebles. Soy sólo un montón de yuyos creciendo desde los escombros. Alguna que otra persiana baja, rota, por la que filtra un rayo de sol. Un patio con baldosas partidas, una pelota pinchada sobre una rejilla de hierro. Una canilla goteándole encima. Un encendedor desarmado. Semillas de un árbol del que no se sabe el nombre pero se lo conoce de memoria. El color del polvo sobre azulejos celestes. Una hoja seca de helecho. Una piedrita para nada preciosa, ni silvestre siquiera, demasiado común. Una tarde de otoño, hoy.

14 mayo 2017

Fútbol del orto

Un micro partido de fútbol, quizás la semifinal del Mundial De Fútbol De Enanos Miniatura, se está jugando en mi cabeza esta mañana de domingo. Los veintidós liliputenses imaginarios corren, patean, se empujan y hacen fules adentro de mi marulo. La pelota me rebota, como las ideas anoche pegaban contra todas las paredes, y aunque no dobla toma efecto y varios goles entran en contra. Hay hinchada mental para cada equipo y un referí deforme también. Saltan en los tablones y cantan canciones populares convertidas en aullidos de aliento y pasión. 
Fútbol del orto, te odio; pienso mientras me sostengo el estadio con las dos manos y camino con los ojos cerrados a poner la pava para hacerme un té de boldo.