[todo lo que tengo se lo he pedido prestado a mi imaginación]


09 septiembre 2015

Off

Lo llamo porque siendo las tres de la mañana yo ya estoy dada vuelta. Venimos tomando vino desde antes de cenar y a esta hora la sobremesa es un diálogo traído de los pelos. Algunos empiezan a desaparecer y pienso que volver a casa sola no quiero. Llamo y corto, ese es nuestro código. Él ya sabe que llamo para coger. Entonces me manda un mensaje chicloso, corto pero cargado de calentura: solita?
Leo y me causa cierto rechazo. Porque no me encanta, casi diría que no lo banco, pero coger nos sale bien y solita hoy me siento débil. Mejor mal acompañada, creo.
Le digo que ya salgo para allá, que nos encontramos en la puerta y todo ok. Nos vemos en 20 minutos. Sube el calor una vez puesto el timer. Agarro mis cosas, pido un taxi. Vamos a empezar a manosearnos en el pasillo, seguro. Subo al taxi, faltan 10 minutos. Tengo puesto un vestido, probablemente ni me lo saque. Casi llego, le aviso. Faltan dos minutos. Ya estoy caliente.
Bajo del taxi y ahí está parado. Tiene cara de haber tomado más que yo.

Cogemos contra la mesada. Me tiene agarrada de las tetas y me la está dando tan fuerte que me golpea la cadera contra el mármol; mañana voy a tener moretones por todos lados. Jadeo como el perro cuando viaja en auto; me chupa un huevo la ventana abierta y los vecinos que nos puedan oír. Me chupa el cuello. Está callado o quizás, simplemente, no lo escucho porque no le presto demasiada atención. Estoy caliente y respiro por la boca, hago ruido. También le digo que sí, sí, así y que dale, voy a acabar. Voy a acabar. Vivo esa inmensa sensación llegando y de a poco me entrego. Ah, sí, más adentro. Empiezo a pensar en vos, creí haberte olvidado. Veo tus rulos. Pienso en la risa ronca y gruesa. Voy a acabar, dale, dale, le repito. Respiro con toda la boca abierta, desencajada. Me sigue cogiendo tan a lo bestia que ahora me tiene del pelo, mi mejilla toca la mesada fría; una mano suya sobre el cuello me retiene ahí. Parece una toma de algún tipo de lucha pero no, esto es coger. Viene subiéndome por las piernas el cosquilleo del orgasmo y cierro los ojos. Más adentro, los recuerdos. Los lentes que, mientras todos charlaban de cine, yo usaba de excusa para mirarte a los ojos después de muchos meses de timidez. Ah, sí, dale. Insisto. Sigo pensando en vos, aunque creí haberte olvidado.  El color de short que tenías la tarde que viniste a hablarme de tu ex, la facultad, el auto. El olor a desodorante recién puesto cuando entrabas a la mañana en casa. Me acuerdo del frío que hacía la última vez que te vi y vos en pijama en la vereda, descalza, llorabas. Estoy llorando y también acabando. Lanzo un aullido gutural. Tengo puesto en silencio el volumen del tipo que se me acuesta sobre la espalda y en mi mente todo tiene el sonido de tu voz.

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